La llegada del invierno trae una pregunta recurrente de nuestros alumnos: qué guantes recomendáis para volar? Y aunque parece una cuestión de fácil respuesta, el asunto tiene miga. Intentaremos dar algunas claves en pocas líneas a pesar de que el tema da para larguísimos tratados que podrían no tener final. La velocidad de navegación de nuestra aeronave no es muy elevada, es cierto, pero el viento relativo que induce el avance produce a veces una desagradable sensación térmica... ¡incluso en atmósfera calmada! La altitud y el invierno agravan el problema: con el aire frío, en ocasiones muchísimo debido al escaso período de insolación diurna y otros factores, los vuelos pueden tornarse un martirio. El estatismo del cuerpo, la posición elevada de las manos y el hecho de empuñar los mandos con una vuelta de cordino sobre ellas no ayuda en absoluto, con lo que conviene estudiar fórmulas que desemboquen en un buen aislamiento mientras se realiza la actividad. El uso de un arnés carenado ayuda, como evidentemente lo hace una correcta hidratación y el empleo de una vestimenta que evite la desatención de las extremidades por restricción de la circulación sanguínea al tronco, donde están los órganos principales. Para estas, y por supuesto para el cuerpo en general, una de las claves del aislamiento es evitar la compresión. La capa que alberga el aire que el cuerpo calienta y que a su vez lo mantiene caliente debe envolverlo sin presiones. Paralelamente hay que intentar que el volumen de la ropa no dificulte los movimientos ni genere molestos flameos durante la navegación. Mantener la temperatura corporal a niveles aceptables no es nada fácil, pero conservar la de las manos es una tarea particularmente difícil. Veamos en detalle el porqué. Principios fundamentales La vestimenta, excepto en esas contadas excepciones de elementos con resistencias y baterías, no genera calor por sí misma. Es, simplemente, un almacén de aire que el cuerpo calienta. Esto crea una capa que mantiene el microclima necesario para que realice sus funciones vitales, además de preservarlo cómodo. Cuanto mayor sea el volumen de la capa, superior aislamiento. Si se cuenta con una cubierta externa que proteja del viento y la humedad y evite que la cámara se vacíe, es más fácil que el resultado sea óptimo. Pero las manos necesitan, además, robustez, flexibilidad y tacto! Un guante muy voluminoso puede ser caliente, pero también aparatoso. Encontrar un compromiso es vital. Introducir las manos ya calientes en los guantes (llevando unos finos para la aproximación y preparación o realizando unos ejercicios como circunducciones de brazos antes de salir a volar, etc.) ahorra un gran esfuerzo al cuerpo para la producción de energía mientras permanece estático. Qué guante elegir Rescatamos las características expuestas en el apartado anterior: el guante ideal es un elemento compacto a la vez cortaviento, caliente, flexible y con un buen tacto. Por supuesto también robusto para que resista el mal trato y no se corte al manipular las líneas, empuñar los mandos en posición de pilotaje activo o realizar maniobras como orejas, etc… No es preciso que incorpore una membrana impermeable-transpirable, pues nuestra actividad no se realiza en condiciones de humedad extrema (lluvia, nieve…) y una pared adicional aumenta la sudoración de las manos haciendo que puedan quedarse aún más frías. Pero que no tenga membrana no significa que deba ser permeable a otros elementos como el viento. Poniendo solo un ejemplo decir que un guante en fibra polar sin ningún tipo de cubierta exterior se muestra completamente ineficaz por muy grueso que sea. Un exterior con palma en piel o material sintético que aporte buen tacto combinado con un tejido resistente, algún aplique elástico y un relleno de fibra térmica además del complemento de un forro suave en contacto con la piel, quizás en microfibra polar, puede convertir un guante en el ideal. Si todo el exterior es de piel se añade robustez, pero también incremento de peso y volumen. El neopreno ofrece mucha flexibilidad pero vulnerabilidad a cortes con las líneas y suele mantener la mano húmeda aunque se conserve caliente. El plumón es un magnífico aislante, pero no destaca como el mejor para las manos sobre todo porque un relleno de este tipo tiende a desplazarse y comprimirse, dejando partes de la cámara, o incluso toda ella, sin protección. Thinsulate, Primaloft… son algunos nombres comerciales de las fibras aislantes más populares y eficaces aunque en abundancia (mucho grosor) pueden dificultar la manipulación. De nuevo es decisivo encontrar un buen compromiso. La aplicación de guantes diseñados para otras disciplinas deportivas, como por ejemplo el alpinismo o la escalada en hielo (los de esquí son, salvo algunas excepciones, demasiado voluminosos y no cuentan con la misma ergonomía y tacto que modelos ideados para empuñar piolets y manipular pequeñas cosas) es una fórmula muy eficaz, pues cuenta con el aval de elegir productos desarrollados para actividades que demandan buena capacidad térmica, sensibilidad... Pero ya sabes: siempre es mejor que no incluyan membrana impermeable-transpirable ni molestos sistemas de regulación de la muñeca o el antebrazo, susceptibles de engancharse con los mandos y de bloquear la circulación sanguínea cuando van demasiado ceñidos. Guantes calefactables Cuando encontrar el compromiso entre volumen y capacidad de aislamiento se hace imposible, y para mantener las manos calientes hay que elegir guantes gruesos que vuelven torpe a cualquier parapentista, la solución es un calefactable. Se trata de la opción “resistencias y baterías” que exponíamos con anterioridad. Un guante que genera calor por sí mismo no necesita tener una voluminosa cámara con aislante, aunque se recomienda que posea al menos una pequeña cantidad para no dejar desprotegida la mano en caso de una emergencia como puede ser el agotamiento de las pilas o un fallo del sistema. Está demostrado que los guantes calefactables más fiables son también los más caros. Los modelos económicos tienen una vida corta, las resistencias que discurren por los dedos interrumpen sus contactos o sus exteriores son tan frágiles que, si no se ocultan bajo un cubreguante, abandonan a sus usuarios en dos días. Otras fórmulas Dos son, principalmente, los sistemas alternativos a los anteriores. Además, evidentemente, del uso de una manopla o la adición de un cubremanopla (hay modelos que llevan incorporada una retráctil) que, resultando más caliente, bloquea la capacidad de manipulación. -Manguitos: inspirados en los accesorios cortaviento tipo “manopla” empleados especialmente en las motos de uso urbano, en las de los mensajeros... son especialmente apreciados por los aficionados al hike&fly y los aventureros que tienen en las montañas (Himalaya, etc…) su campo de acción. Es cierto que no resultan muy cómodos para despegar y aterrizar, pudiendo exigir la disciplina de salir al aire con ellos situados en los antebrazos. Pero son tremendamente útiles y en su interior se crea un microclima agradable que permite realizar largos vuelos. En su interior albergan fibra o pluma y ofrecen la posibilidad de volar con guantes finos para un mejor tacto. También tienen sus detractores, pues hay a quienes no satisface la sensación de tener sus manos fuera del campo visual. Cuando los usan, algunos usuarios extraen la línea del freno de la polea o anilla de baja fricción para disfrutar de un recorrido más completo sin tener que eliminar la guardia ni fruncir el borde de fuga. -Bolsas, sobres o saquitos térmicos o de calor químico: de sal, carbón y polvo de hierro que, en contacto con el aire reacciona generando calor. Situados en el interior de los guantes, en la zona de retorno sanguíneo (por ejemplo el dorso de la mano) mantienen caliente la extremidad (pueden utilizarse igualmente en los pies, etc...). Son un excelente método para hacer actividad en un plazo de unas 6 horas permitiendo usar guantes relativamente finos con los que tener buen tacto. Su variante sanitaria, que también puede emplearse, es el conocido método de los “parches de calor”. Conclusión Determinar qué es mejor para cada usuario y actividad es difícil. Hay pilotos que muestran una soberbia resistencia al frío en sus extremidades mientras otros padecen problemas de circulación y se congelan hasta en verano. Pero, como apuntábamos con anterioridad, unos guantes de calidad con una buena cámara son los que mejor garantizan un buen aislamiento siempre que la capacidad del individuo no se vea restringida o invalidada por problemas de hidratación, una vestimenta general insuficiente, una postura estática con las manos sobre-elevadas durante un largo período de tiempo u otros factores. Tal vez no podamos concluir qué es lo mejor, pero sí aportar claves sobre lo que resulta perjudicial. La extendida tendencia de llevar un guante interior y otro principal encima no es nada práctica pues aumenta la compresión y evita que el compartimento primario se caliente con facilidad, teniendo que elevar la temperatura del elemento que va en contacto con la piel para después transferir energía al resto. En el proceso se malgasta una enorme cantidad de recursos pues el cuerpo trabaja sin pausa y, aun así, las manos suelen seguir frías. Usar manoplas es una alternativa interesante pero, como se decía en párrafos anteriores, se pierde capacidad de manipulación. Los “tridedo” o guantes-manopla que tienen un compartimento adicional para el índice son una buena idea que aúna calor y capacidad prensil. Y siempre aportan la alternativa de meter los cuatro dedos en la cavidad principal cuando se navega en atmósfera calmada en días muy fríos. En altitud, para auténticos frioleros, etc., los manguitos son la gran opción si bien no todo el mundo está cómodo con ese aparatoso accesorio que impide ver las manos. Los sistemas activos (productos calefactables y fuentes basadas en reacciones exotérmicas) son una inteligente alternativa para todos los públicos, aunque no dejan de tener algún inconveniente. Los guantes calefactables resultan más costosos y los saquitos o bolsas de calor destacando por su versatilidad pero provocan residuos difícilmente reciclables o reutilizables. Elegir los primeros implica llevar las baterías bien cargadas y optar por los segundos la disciplina de activarlos un rato antes de salir a volar (unos 30 minutos), para que la reacción química tenga efecto. Y recuerda, además, que no todos se pueden poner en contacto directo con la piel. Los extremadamente potentes (algunos del mercado) pueden provocar quemaduras especialmente si la tuya es sensible. Volar en Compañía/Artículos material Si buscas unos guantes, unos manguitos... con buena relación calidad-precio, contáctanos! Y si quieres saber más de vestimenta u otras cuestiones en función de tu actividad pídenos información sobre cursos monográficos y clases particulares... sin compromiso! www.vecparapente.com Teléfono: 639208051. E-mail: [email protected] Volar en Compañía
1 Comentario
Diego Mediavila Ortiz
10/8/2024 07:42:11 am
Muy buenas, leí vuestro artículo, y ando buscando un buen guante, vuelo mayoritariamente en paramotor, vendéis vosotros alguno?
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