El parapente está íntimamente relacionado con la montaña. Sus orígenes, el escenario en que se practica... El paso del tiempo parecía haberlo distanciado de ella pero últimamente, con el auge del hike & fly (caminar y volar o, más concretamente: subir caminando hasta un punto elevado para descender volando o comenzar un periplo aéreo), sus senderos han vuelto a confluir. Y lo han hecho con fuerza! Hoy analizamos en profundidad esta apasionante modalidad del vuelo libre. El parapente, cuyo nombre deriva del empleo de un paracaídas en una pendiente (“pente”, en francés), tuvo un comienzo completamente ligado a las laderas de montaña donde evolucionó para ser más que un freno durante una caída. La actividad se desarrolló y la llegada de las competiciones de velocidad, con el empleo de equipos pesados de altas prestaciones, produjo cierta emancipación y un modo diferente de acometer, sobre todo, el acceso a los despegues. El uso de vehículos a motor se impuso, y alcanzar a pie las zonas de vuelo pasó a ser algo anecdótico. Sin embargo, la montaña siempre ha estado presente en la mente y los corazones de muchos apasionados. Su empuje solicitando productos especializados a los fabricantes, el impulso proporcionado por las competiciones específicas y, ahora, el efecto del COVID-19, han hecho que los parapentistas vuelvan a esas montañas donde nació la disciplina. Incremento de la práctica Los fabricantes advierten una mayor demanda de equipos ligeros. Y el motivo no es solo atracción por la montaña, una mayor facilidad de transporte o una superior seguridad pasiva de las alas con poca masa y, por tanto, reducidas inercias. Las ventas han crecido también debido a la pandemia que nos asola y propone un mayor distanciamiento social, un menor uso de vehículos con alta ocupación y una movilidad reducida que en ocasiones se circunscribe a las elevaciones -grandes o pequeñas- de que disponen los parapentistas en sus municipios, comunidades... El medio ambiente es sin duda un gran beneficiado, pero la actividad no está exenta de problemas. A los riesgos inherentes a la práctica del parapente hay que sumar que cualquier disciplina practicada en la montaña requiere un buen conocimiento de la misma, de las propias capacidades y, por supuesto, el uso de un material adecuado. Por ello recomendamos ir con cautela y, en el caso de no contar con suficiente experiencia, ponerse en manos de un guía de montaña que proteja por el suelo y, si es necesario, un técnico en parapente que acompañe en los primeros pasos de una disciplina compleja por su particular aerología y su multitud de matices. Humildad, análisis, formación y rigor Nos encontramos en la montaña y cualquier actividad que se practique en ella es exigente y comprometida. Es cierto que el parapente no conlleva los riesgos de actividades de velocidad como el wingswit en su variante proximity o de los de saltos BASE extremos. Pero al dominio del equipo y el análisis de las condiciones meteorológicas hay que unir un amplio conocimiento de la orografía, de la aerología, de la mecánica de las brisas de valle, de los problemas de sustentación derivados de la altitud y la densidad del fluido, de la capacidad de penetración cuando el viento es intenso, etc... y con ello establecer el plan de vuelo, siguiendo la línea correcta. … Debido a la sencillez de pilotaje del parapente en atmosfera calmada hay quienes piensan que con escasos conocimientos y experiencia se puede volar desde cualquier cima. Incluso hay técnicos y escuelas que alientan a sus alumnos a la realización de grandes retos aéreos atendiendo exclusivamente a sus dotes para la escalada o el trail running. Como en todas las actividades el intrusismo prolifera y existe oferta de cursos impartidos por técnicos exclusivamente de vuelo (muchos, además, adolecen de experiencia, especialización o capacidad para impartir enseñanza de parapente en este medio), sin que ningún profesional de actividades de montaña proteja de los riesgos en el suelo. La reciente corriente del empleo de velas de área reducida (minivelas pensadas para speed riding y speed flying), e incluso de simple superficie para que muchos den sus primeros pasos, parece hacer olvidar que se trata de herramientas especializadas y que la errónea percepción de la masa de aire por parte de un piloto novel puede bloquear su progresión o aportar una falsa sensación de control cuando practique de forma autónoma. Todo ello en un país mediterráneo donde sabemos que la formación no está de moda y que, con tomar un curso de iniciación o ver algunos vídeos en la red, hay quienes se creen expertos. Una formación dirigida y competente pero, sobre todo, mucha humildad y análisis de las capacidades y las situaciones, es lo que mantendrá en las mejores condiciones -y el mayor tiempo posible- a los apasionados que combinen la montaña y el vuelo. Caminar (para completar un hike & fly), ascender, escalar (climb & fly), esquiar (skimo & fly), correr (run & fly o, también running & fly) y alcanzar el valle volando son regalos maravillosos que requieren un gran sentido y no están exentos de responsabilidad. Afrontados con la actitud necesaria aportan grandes satisfacciones, reducen muchos riesgos presentes en la montaña y, estamos seguros, contribuyen al incremento del nivel del parapente como ya ocurrió con modalidades como el alpinismo en la década de los ochenta. Por último, profundizar en el asunto final que encabeza este apartado, que no es otro que la palabra rigor. Un tratamiento necesario para referirse sin frivolidad a una actividad seria que merece todo el respeto y que en ocasiones, quizás debido a puro desconocimiento, no se pone en práctica al hablar de esa mágica combinación que es caminar y volar. Hike & fly no es salir de un vehículo y cubrir 150 metros hasta el punto de despegue. O subir descargado hasta ese lugar dando un paseo mientras una furgoneta acarrea el equipo. Es verdad que desde una perspectiva estrictamente lingüística hablar de ese modo puede tener su sentido. Pero por meras razones éticas no es aconsejable jugar a la confusión con una disciplina que tiene entidad propia y, realmente, es algo diferente a ponerse el equipo a la espalda porque un vehículo no puede acceder hasta el mismo despegue o porque simplemente se quiere hacer un poco de ejercicio el día que se va a volar. Ello no quita que existan hike & fly´s para casi todos los públicos. O que cada deportista sea libre de acometer, a su nivel, esta apasionante aventura. Pero hablar sin propiedad desprestigia una práctica que tiene un carácter particular y cuenta, especialmente en Centroeuropa, con una gran tradición. En la línea de lo que decimos, y dado que somos especialistas en la materia, desde VOLAR EN COMPAÑÍA ofrecemos diferentes alternativas, siempre con la garantía de estar permanentemente acompañado por un guía de montaña titulado o/y atendido en el cielo por un técnico deportivo en parapente. Excursiones y vuelos en parapente biplaza; salidas de hike & fly para pilotos autónomos; cursos de descubrimiento o la formación más avanzada y especializada. Todo para que disfrutes, como nadie, de esa increíble alquimia que es caminar y volar en las bellas montañas. 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Volar en Compañía
10/21/2023 09:01:09 pm
Thank's
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Noviembre 2023
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